viernes, 2 de marzo de 2007


Basada en una novela homónima de Edmundo Desnoes , la película Memorias del Subdesarrollo (Cuba, 1968) del cineasta Tomás Gutiérrez Alea presenta una visión crítica de la sociedad cubana a través de la mirada del protagonista principal, llamado Sergio. Ambientada en los primeros años de la década del '60, el film nos introduce en una Cuba ya dominada por los revolucionarios, intercalando el diario transcurrir de Sergio con imágenes reales de hechos que marcaron el comienzo de la Revolución Cubana, como lo fueron la fallida invasión de Playa Girón , y la posterior Crisis de los Misiles , de octubre de 1962.

La película, como dije, se presenta a través de los ojos de un cubano acomodado, burgués. No es la mirada de un revolucionario, y probablemente no sea la mirada representativa del común de los isleños. Lo valioso de la visión de Sergio es que nos enfrenta a un hombre con una crisis de conciencia, producto de los numerosos cambios que se han producido en su vida a raíz de la Revolución de 1959. Afloran sus contradicciones a medida que se va quedando solo, y se convierte en un ser errante, que contempla pasivamente la forma en que dichos cambios van transformando su vida y la vida de los cubanos.

Las relaciones entre Sergio y los diversos estamentos de la sociedad son las que al final producen una imagen global de la realidad cubana. Desde un inicio se muestra la primera consecuencia de la Revolución en la isla: el éxodo masivo de cubanos, y en especial de la gente mejor educada y más preparada, se representa con la salida del país de sus padres y esposa. No es sólo su familia la que sale, sino también toda la clase a la que él pertenecía y en la cual se basaban sus relaciones sociales. Su soledad permite que empiece a cuestionarse su lugar en la sociedad, una nueva sociedad que no conoce y que le es ajena.

Al recorrer las calles de la ciudad, constata que La Habana (la otra gran protagonista de la película) ya no es La Habana que el conocía, más parecida a París que a la Tegucigalpa en la que se ha convertido. Ha estado acostumbrado a vivir en una isla dentro de otra isla, un mundo próximo al primer mundo, desarrollado. Cuando ese mundo se desvanece (o huye en aviones), sale a flota la realidad tercermundista, subdesarrollada, que inunda las calles de La Habana. La imagen que abre y cierra la película resume lo antes dicho. Al inicio de la película vemos una fiesta al aire libre, con gente humilde bailando frenéticamente, pero sin sonido. Al final se repite la misma escena, sólo que esta vez sí se puede escuchar la música, los cantos. Ya no pasa desapercibida, y se puede apreciar en su máximo esplendor el nuevo rostro de la sociedad, en el que contrastan las imágenes de un Sergio perdido y un muerto cargado con la mayor naturalidad.

Al relacionarse con una muchacha joven y humilde, Sergio entra en contacto, por primera vez, con una parte de la sociedad que antes no conocía. Sus anteriores relaciones amorosas habían tenido lugar, básicamente, con mujeres de su misma clase, así como una alemana a la que no puede olvidar, y que quizá represente su nexo con una sociedad desarrollada. El contraste entre ambas mujeres puede representar las diferencias entre un mundo desarrollado y uno subdesarrollado. La turbulencia de su relación con la cubana, su incapacidad para entenderla, la evidente incompatibilidad entre ambos, lo pone cara a cara con la personificación del subdesarrollo. Su comportamiento en los museos, ya sea el de arte o el de Hemingway, el poco interés por el conocimiento, chocan con la curiosidad intelectual de Sergio. Asimismo, los hechos que luego se desencadenan a raíz de esa relación, lo llevan a situaciones inéditas para él. Enfrentamientos con la familia, un posterior juicio, son hechos que lo enfrentan a una realidad nueva, y nos presentan imágenes propias de una sociedad subdesarrollada, como la del proceso en su contra.

Finalmente, el ámbito intelectual, al que pertenece, provoca también nuevas reflexiones en él. La escena de la mesa redonda, que lo deja profundamente insatisfecho y confundido, finaliza con su caminar por las calles, y la cámara enfocada en su cabeza, en constante movimiento, reproduciendo lo que pasa por su pensamiento.

La nueva sociedad que ha producido la Revolución, con el establecimiento de nuevas reglas, nuevos objetivos, nuevos paradigmas, y el florecimiento de realidades antes desapercibidas, motivan que Sergio se convierta en un extranjero en su propio país. La imagen de la sociedad que se nos presenta es crítica, sin concesiones; se acepta que se vive en un mundo subdesarrollado, pero también quiere dejar ver que se trata de un pueblo libre, con plena soberanía y con hambre de dignidad. Serán subdesarrollados, pero al menos está en sus manos hacer algo al respecto. Sergio no llega a comprender esto, y dentro de su nueva posición se comporta com un espectador pasivo de la realidad, ajustándose a los nuevos retos e involucionando hacia esa nueva sociedad de forma resignada, convirtiéndose también él, y por primera vez, en habitante de un país subdesarrollado.

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