viernes, 16 de marzo de 2007

Contra el canon


A la organización mafieril de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) les recomiendo que si quieren más dinero que cojan un pico y una pala y se pongan a currar, como todo el mundo, que vivir del cuento es muy bonito pero no lo es tanto cuando obligas a todo el mundo a pasar por el tubo, “su tubo”. Me hace gracia ver a artistas implicados en esta tontería. ¿Es que acaso El Arrebato tiene cara de comprar todos sus cd’s en la tienda? ¿Es que Bunbury no grababa casettes en los 80’?. ¿Es que el tontolaba del Bustamante no compraba cd’s en el top manta antes de bajarse del andamio?
La presunción de inocencia está regulada por ley y no se pueden grabar los productos electrónicos e informáticos por el simple “por si acaso”. Para los publicistas los cd’s vírgenes son una herramienta de trabajo más. No tienen por qué pagar un canon cuando lo que se graba en ellos no es música.

jueves, 8 de marzo de 2007

Respondiendo a "mi isla al mediodia"




http://isla12pm.blogspot.com/
entrada del jueves 8 de marzo de 2007


¿Que pasaría si por ejemplo todos los viernes (por decir un dia cualquiera, bien podría ser todos los lunes o todos los jueves) los habaneros decidieran no coger ni una sola guagua? Todo el mundo a pié, largas colas de caminantes arriba y abajo, saludándose cortesmente al pasar y con sonrisa complice al ver las guaguas circulando vacías. ¿Pasaría algo? ¿Los responsables se darían por enterados? ¿Y los responsables de los responsables?. De todas formas, como visitante habitual reconozco que me hace ilusión coger la P1 o la P2 y reconocer la guagua de mi ciudad. Quizás si tuviera que cogerlo a diario me cagaría en mi propia sombra pero las cosas están así.
Felicidades por tu blog, hermano.

miércoles, 7 de marzo de 2007

En 1966, el escritor cubano Edmundo Desnoes (La Habana, 1930) publicó el libro Memorias del Subdesarrollo, un retrato ácido de Cuba a inicio de la revolución. Dos años después, Tomás Gutiérrez Alea (La Habana, 1928-1996) hizo la adaptación al cine, misma que hoy es considerada la mejor película latinoamericana de todos los tiempos y una de las mejores del cine mundial. Esta majestuosa cinta se presentará hoy jueves, 20 de julio, en la Cinemateca Nacional.

“Todos los que me querían y estuvieron jodiendo hasta el último minuto se han ido ya”, es una de las frases lapidarias de Sergio, el personaje interpretado por Sergio Corrieri (Soy Cuba, 1964; El hombre de Maisinicú, 1973) quien da vida a un joven burgués que decide quedarse en La Habana a principio de los sesenta, mientras su familia y su esposa se marchan hacia Miami en los meses posteriores al arribo del gobierno revolucionario.

Pese a los profundos cambios sociales que su país está viviendo en esos primeros meses convulsos, Sergio se dedica a escribir y espiar a los demás desde el balcón de su edificio y en sus caminatas por la ciudad. “De la perla del Caribe, han convertido a La Habana en la Tegucigalpa del Caribe”, afirma en otro momento hablando de la decadencia de la sociedad cubana y el deterioro de la ciudad, mientras reflexiona sobre la pérdida de valores de la clase pequeño burguesa de su país y de la cultura del subdesarrollo que hacen parte.

“Memorias del Subdesarrollo” es una de las más críticas películas del cine cubano posterior a la revolución, que incluso hasta el día de hoy mantiene su vigencia. Es un filme desgarrador y con una mirada cruda sobre la realidad cubana de ese entonces.

Narrado en primera persona --en la película es la voz del protagonista la que guía el relato-- esta historia cuenta cómo de pronto se desmorona todo un país y cambian los valores y las costumbres burguesas de una sociedad decadente. Muy fácil para el protagonista que observa todo desde un telescopio instalado en su apartamento y se considera inmunizado del caos que los demás están viviendo, cuando en realidad no se da cuenta que él ya está inmerso en esa realidad que lo absorbe todo.
Sobre el realizador

Tomás Gutiérrez Alea es considerado el mejor director de cine cubano, autor de la nominada al Oscar: Fresa y Chocolate (1993), su carrera da inicio desde antes de la Revolución y abarca algunos de los títulos más representativos del nuevo cine cubano: Esta tierra nuestra (1959), Las 12 sillas (1962), La muerte de un burócrata (1966), La última cena (1976), Los sobrevivientes (1979) y su última producción Guantanamera (1995).

Para escribir el guión de Memorias del Subdesarrollo, el popular “Titón” contó con la colaboración del propio autor de la novela, Edmundo Desnoes, además de reunir a un equipo de lujo, sobre todo con Nelson Rodríguez en la edición y un elenco compuesto, además de Corrieri, por Daysi Granados (Retrato de Teresa, 1979; Las profecías de Amanda, 1997), quien interpreta a Elena, la joven cubana que se deja seducir por Sergio y que luego su familia le exigirá un “matrimonio indemnizador”; junto a Eslinda Núñez y René de la Cruz.

“Memorias del Subdesarrollo” es una interesante crónica de los cambios sociales, morales y anímicos que vivieron los cubanos a inicios de la Revolución, pero también es un profundo estudio sobre las causas del subdesarrollo, las cuales atañen a todos los países latinoamericanos.

Ver esta película es de carácter obligatorio para entendernos un poco, para comprender las claves que han provocado el estancamiento de la mayoría de los países latinoamericanos, porque pese a la globalización y la supuesta modernización de nuestras sociedades, seguimos tan subdesarrollados como hace cien años, porque el subdesarrollo que tenemos no es físico, sino cultural.

viernes, 2 de marzo de 2007


Basada en una novela homónima de Edmundo Desnoes , la película Memorias del Subdesarrollo (Cuba, 1968) del cineasta Tomás Gutiérrez Alea presenta una visión crítica de la sociedad cubana a través de la mirada del protagonista principal, llamado Sergio. Ambientada en los primeros años de la década del '60, el film nos introduce en una Cuba ya dominada por los revolucionarios, intercalando el diario transcurrir de Sergio con imágenes reales de hechos que marcaron el comienzo de la Revolución Cubana, como lo fueron la fallida invasión de Playa Girón , y la posterior Crisis de los Misiles , de octubre de 1962.

La película, como dije, se presenta a través de los ojos de un cubano acomodado, burgués. No es la mirada de un revolucionario, y probablemente no sea la mirada representativa del común de los isleños. Lo valioso de la visión de Sergio es que nos enfrenta a un hombre con una crisis de conciencia, producto de los numerosos cambios que se han producido en su vida a raíz de la Revolución de 1959. Afloran sus contradicciones a medida que se va quedando solo, y se convierte en un ser errante, que contempla pasivamente la forma en que dichos cambios van transformando su vida y la vida de los cubanos.

Las relaciones entre Sergio y los diversos estamentos de la sociedad son las que al final producen una imagen global de la realidad cubana. Desde un inicio se muestra la primera consecuencia de la Revolución en la isla: el éxodo masivo de cubanos, y en especial de la gente mejor educada y más preparada, se representa con la salida del país de sus padres y esposa. No es sólo su familia la que sale, sino también toda la clase a la que él pertenecía y en la cual se basaban sus relaciones sociales. Su soledad permite que empiece a cuestionarse su lugar en la sociedad, una nueva sociedad que no conoce y que le es ajena.

Al recorrer las calles de la ciudad, constata que La Habana (la otra gran protagonista de la película) ya no es La Habana que el conocía, más parecida a París que a la Tegucigalpa en la que se ha convertido. Ha estado acostumbrado a vivir en una isla dentro de otra isla, un mundo próximo al primer mundo, desarrollado. Cuando ese mundo se desvanece (o huye en aviones), sale a flota la realidad tercermundista, subdesarrollada, que inunda las calles de La Habana. La imagen que abre y cierra la película resume lo antes dicho. Al inicio de la película vemos una fiesta al aire libre, con gente humilde bailando frenéticamente, pero sin sonido. Al final se repite la misma escena, sólo que esta vez sí se puede escuchar la música, los cantos. Ya no pasa desapercibida, y se puede apreciar en su máximo esplendor el nuevo rostro de la sociedad, en el que contrastan las imágenes de un Sergio perdido y un muerto cargado con la mayor naturalidad.

Al relacionarse con una muchacha joven y humilde, Sergio entra en contacto, por primera vez, con una parte de la sociedad que antes no conocía. Sus anteriores relaciones amorosas habían tenido lugar, básicamente, con mujeres de su misma clase, así como una alemana a la que no puede olvidar, y que quizá represente su nexo con una sociedad desarrollada. El contraste entre ambas mujeres puede representar las diferencias entre un mundo desarrollado y uno subdesarrollado. La turbulencia de su relación con la cubana, su incapacidad para entenderla, la evidente incompatibilidad entre ambos, lo pone cara a cara con la personificación del subdesarrollo. Su comportamiento en los museos, ya sea el de arte o el de Hemingway, el poco interés por el conocimiento, chocan con la curiosidad intelectual de Sergio. Asimismo, los hechos que luego se desencadenan a raíz de esa relación, lo llevan a situaciones inéditas para él. Enfrentamientos con la familia, un posterior juicio, son hechos que lo enfrentan a una realidad nueva, y nos presentan imágenes propias de una sociedad subdesarrollada, como la del proceso en su contra.

Finalmente, el ámbito intelectual, al que pertenece, provoca también nuevas reflexiones en él. La escena de la mesa redonda, que lo deja profundamente insatisfecho y confundido, finaliza con su caminar por las calles, y la cámara enfocada en su cabeza, en constante movimiento, reproduciendo lo que pasa por su pensamiento.

La nueva sociedad que ha producido la Revolución, con el establecimiento de nuevas reglas, nuevos objetivos, nuevos paradigmas, y el florecimiento de realidades antes desapercibidas, motivan que Sergio se convierta en un extranjero en su propio país. La imagen de la sociedad que se nos presenta es crítica, sin concesiones; se acepta que se vive en un mundo subdesarrollado, pero también quiere dejar ver que se trata de un pueblo libre, con plena soberanía y con hambre de dignidad. Serán subdesarrollados, pero al menos está en sus manos hacer algo al respecto. Sergio no llega a comprender esto, y dentro de su nueva posición se comporta com un espectador pasivo de la realidad, ajustándose a los nuevos retos e involucionando hacia esa nueva sociedad de forma resignada, convirtiéndose también él, y por primera vez, en habitante de un país subdesarrollado.